La adopción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en el año 2000 supuso un hito para la comunidad internacional ya que constituyen uno de los pocos compromisos globales en materia de desarrollo apoyados a nivel mundial. Los ODM establecen puntos de referencia y objetivos específicos y medibles para erradicar la pobreza extrema y promocionar la paz y la seguridad. Los ocho objetivos abordan: la pobreza, la educación, la igualdad de género, la mortalidad materna e infantil, el VIH/ SIDA, la malaria y otras enfermedades, la sostenibilidad del medio ambiente y la promoción de una alianza mundial para el desarrollo. Aunque dichos objetivos se fijaron para ser alcanzados en 2015, está claro que los esfuerzos para lograr su cumplimiento están siendo insuficientes.
Pese a los continuos esfuerzos de la comunidad internacional, el proceso de revisión llevado a cabo en Septiembre del 2010 reveló la alarmante falta de progreso incluso en los objetivos más modestos. Por ejemplo, el ODM 5 (reducir en tres cuartas partes la tasa de mortalidad materna entre 1990 y 2015 y lograr, para 2015, el acceso universal a la atención de la salud reproductiva), que se consideraba un objetivo alcanzable, sigue siendo una meta lejana. En 2005 se calculaba alrededor de 536.000 muertes maternas cada año en todo el mundo, la mayoría en los países en desarrollo. En las últimas décadas, la mortalidad materna ha caído solo de forma marginal en las regiones en desarrollo, de 480 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 1990, a 450 en 2005.
Otro ejemplo de incumplimiento es la meta de reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padecen hambre. El porcentaje de la población con desnutrición descendió de un 20% en los primeros años de la década de 1990, hasta alrededor del 16% entre 2005 y 2007. Sin embargo, este avance sigue estancado desde el período 2000-2002. Aunque la cifra oficial procede de datos de 2007, las estimaciones indican que el porcentaje de personas que padecen hambre se incrementó en un uno por ciento en 2008 y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Agricultura y la Alimentación calcula que el número de personas con desnutrición pudo haber excedido los mil millones en 2009.
Estos son sólo dos ejemplos que ilustran la abrumadora brecha existente en el cumplimiento de los objetivos. Pero existen muchos más ejemplos, que han generado mucho descontento y desilusión entre la comunidad internacional, lo que pone en evidencia la urgente necesidad de incorporar una perspectiva nueva en la medición y el monitoreo con el fin de asegurar un avance real y efectivo que haga frente a los intolerables niveles de pobreza, inestabilidad y desigualdad.
En los últimos años el movimiento por los derechos humanos ha intentado cubrir algunas de las brechas más obvias. Se está revisando (o reevaluando) el paradigma de desarrollo para colocar los derechos humanos en el centro de éste. La Declaración del Milenio se refiere de forma explícita a los derechos humanos y afirma que todos los gobiernos tienen que "esforzarse por lograr la plena protección y promoción de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de todas las personas". Aún así, los ODM tienen un carácter limitado respecto a las normas internacionales de derechos humanos. El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en su revisión de los ODM ante la Asamblea General de la ONU en febrero de 2010, sostuvo que los derechos humanos deberían ser los principios rectores que guíen el trabajo futuro respecto a los ODM.
El enfoque de derechos humanos añade un elemento muy necesario de la rendición de cuentas, que no existe en el modelo actual de los ODM. Además, promueve una perspectiva integral que aborda la discriminación y la desigualdad que afecta a los grupos más vulnerables. Observar los ODM a través de un prisma de derechos humanos garantiza que se toma en cuenta principios contenidos en los estándares de derechos humanos, como son la participación, la no discriminación, el empoderamiento, la rendición de cuentas y la realización progresiva de objetivos; lo cual resulta en un monitoreo más eficaz de los ODM. Un análisis de los compromisos de los estados con los ODM desde una perspectiva de derechos humanos proporciona un marco para evaluar su cumplimiento a la luz de las obligaciones más estrictas e integrales contenidas en la legislación internacional de derechos humanos.
CESR, entre otras organizaciones de derechos humanos, vigila el cumplimiento de los MDGs a través del marco de derechos humanos utilizando una metodología de monitoreo propia desarrollada en el curso de proyectos temáticos y en contextos nacionales.
El enfoque metodológico de CESR, utiliza las metas de los ODM como punto de referencia para un monitoreo de las obligaciones del estado en materia de derechos económicos y sociales, ya que éstas constituyen una medida útil para evaluar la realización progresiva de las obligaciones de los estados respecto a estos derechos. Este enfoque también da visibilidad a las disparidades o la discriminación en cualquier progreso alcanzado. Este marco analiza también los fallos de las políticas que se encuentran detrás de los escasos resultados alcanzados por los ODM y examina el uso que los gobiernos hacen de los recursos destinados a áreas importantes relacionadas con las ODM como salud y educación. Los ODM también ofrecen un punto de referencia útil para la proposición de las recomendaciones a los gobiernos y a la comunidad internacional para lograr el cumplimiento de estas metas hacia el año 2015.
Un ejemplo del uso que CESR hace de este marco de trabajo se encuentra en el documento "¿Derechos o Privilegios?", donde se evalúa la política fiscal de Guatemala a la luz de sus obligaciones en materia de derechos económicos, sociales y culturales. El marco metodológico propuesto por el CESR ofrece una herramienta oportuna y necesaria, para evaluar los avances en relación a las metas de los ODM, al tiempo que contribuye a la rendición de cuentas de los estados acerca de sus obligaciones en derechos humanos.
July 14th, 2011